Había una vez una abejita muy lista muy lista muy lista, y también muy divertida, era muy muy feliz además era una de las más queridas de la colmena.
Esta abejita era la encargada de guardar la jalea real, cientos de frascos para alimentar a las otras abejitas del panal, y todas ellas trabajaban juntas en comunidad, unas hacían miel, otras cuidaban a los bebes abejitas y lo mejor de todo es que todas eran muy buenas amigas, hablaban se reían y hacían muchos juegos para que todas en el panal se divirtieran mucho
Un día la abejita muy lista muy lista muy lista, y también muy divertida tubo un problema, y es que no sabía por qué se habían perdido unos cuantos frascos de jalea real, los cuales tenían que alimentar a las jóvenes abejitas del panal, entonces se puso muy triste y empezó a buscar por todo el panal, miro en las celdas de las otras abejitas, en la guardería, comedores, patios de juegos e incluso en el salón real y cuando le preguntaban las demás abejitas que le pasaba ella sonreía y le decía que nada que estaba todo bien.
La pequeña abejita muy lista muy lista muy lista cada vez dejaba de sonreír más, y continuaba buscando los frascos cada vez más triste y deprimida, entonces pensó:
“no tomare mi frasco de jalea así en un tiempo estará otra vez todo igual que antes que buena idea y el tiempo lo arreglara y seré feliz otra vez”
Así empezó la abejita un día, después dos, después tres días, cuatro, cinco y la abejita ya no era ni feliz ni sonreía, estaba encerrada en su mundo de buscar la jalea real y se olvido de las demás abejitas, también pensaba que con el paso del tiempo todo se arreglaría ese pensamiento no la abandonaba, era la pared de su burbuja.
Pero lo que no veía la abejita es que los demás estaban preocupados por ella, porque estaba en su mundo de la búsqueda imposible y se ponían tristes, al poco tiempo el panal ya no era feliz porque estaban tristes por la pequeña abejita que ya no comía y estaba muy débil y no quería ver a nadie
Las demás abejitas intentaban ayudarle y ella los rechazaba a todos, cada vez estaba más en su burbuja deprimida de la que no quería salir, otras abejitas desistieron, otras intentaron animarla, incluso otras se enfadaron con la pequeña abejita, no podían comprender por qué la abejita estaba triste y no se lo contaba a las demás abejitas, se lo quedaba todo ella teniendo tantas buenas amigas rodeándola y además lo que era peor es que no quería salir de la burbuja.
Poco a poco la pequeña abejita se apagaba y la felicidad por la depresión y tristeza se cambiaban, en el corazón de la pequeña abejita se grababan
Dime abejita ¿Cómo continua la historia?
Esta abejita era la encargada de guardar la jalea real, cientos de frascos para alimentar a las otras abejitas del panal, y todas ellas trabajaban juntas en comunidad, unas hacían miel, otras cuidaban a los bebes abejitas y lo mejor de todo es que todas eran muy buenas amigas, hablaban se reían y hacían muchos juegos para que todas en el panal se divirtieran mucho
Un día la abejita muy lista muy lista muy lista, y también muy divertida tubo un problema, y es que no sabía por qué se habían perdido unos cuantos frascos de jalea real, los cuales tenían que alimentar a las jóvenes abejitas del panal, entonces se puso muy triste y empezó a buscar por todo el panal, miro en las celdas de las otras abejitas, en la guardería, comedores, patios de juegos e incluso en el salón real y cuando le preguntaban las demás abejitas que le pasaba ella sonreía y le decía que nada que estaba todo bien.
La pequeña abejita muy lista muy lista muy lista cada vez dejaba de sonreír más, y continuaba buscando los frascos cada vez más triste y deprimida, entonces pensó:
“no tomare mi frasco de jalea así en un tiempo estará otra vez todo igual que antes que buena idea y el tiempo lo arreglara y seré feliz otra vez”
Así empezó la abejita un día, después dos, después tres días, cuatro, cinco y la abejita ya no era ni feliz ni sonreía, estaba encerrada en su mundo de buscar la jalea real y se olvido de las demás abejitas, también pensaba que con el paso del tiempo todo se arreglaría ese pensamiento no la abandonaba, era la pared de su burbuja.
Pero lo que no veía la abejita es que los demás estaban preocupados por ella, porque estaba en su mundo de la búsqueda imposible y se ponían tristes, al poco tiempo el panal ya no era feliz porque estaban tristes por la pequeña abejita que ya no comía y estaba muy débil y no quería ver a nadie
Las demás abejitas intentaban ayudarle y ella los rechazaba a todos, cada vez estaba más en su burbuja deprimida de la que no quería salir, otras abejitas desistieron, otras intentaron animarla, incluso otras se enfadaron con la pequeña abejita, no podían comprender por qué la abejita estaba triste y no se lo contaba a las demás abejitas, se lo quedaba todo ella teniendo tantas buenas amigas rodeándola y además lo que era peor es que no quería salir de la burbuja.
Poco a poco la pequeña abejita se apagaba y la felicidad por la depresión y tristeza se cambiaban, en el corazón de la pequeña abejita se grababan
Dime abejita ¿Cómo continua la historia?
José María Vila García